Es muy respetable que se celebren este tipo de manifestaciones, aunque le conviertan a uno en lo que antes criticaba en su predecesor en los infiernos, el pancartismo. Y lo es, y además justo, que se exija al gobierno ser escuchados y tenidos en cuenta, tal y como hizo el Partido Popular en febrero de 2003. Pero no es respetable el uso de este tipo de concentraciones con fines partidistas, con la voluntad de desprestigiar al colectivo gay (o lobby minoritario, autoritario, exigente, intransigente y añádale usted mismo cualesquiera que sean los demás calificativos otorgados por la ultraderecha ultraliberal y ultraconservadora) y defender el derecho de los niños a seguir viviendo en orfanatos, que en el mejor de los casos, serán españoles y estarán en condiciones salubres sin ratas meneándose por las cocinas y con algo que llevarse a la boca, y a nadie le importará que en los orfanatos todo el amor y cariño les sea proporcionado por dos hombres o dos mujeres, porque para ello están.
Pero el ámbito familiar no le corresponde a un niño cuya pareja adoptiva fuera homosexual puesto que eso supondría la ruptura del concepto de familia, haría que salgan desviados e invertidos y, claro, eso no es permisible por muy falso que en realidad sea, porque con semejantes pretextos una familia monoparental tampoco debería ser considerada como tal; evidentemente a estas mismas gentes el divorcio les pareció que fomentaba el fin de la familia tal y como era conocida (padre, madre, hijo, hija, tercer hermano/a y abuela, como en Cuéntame) y bien que ahora son los primeros en usarlo con desenfreno.
La misma familia tradicional, católica y apostólica que decía “papá no corras”, pero papá se corría mientras estaba... en el fútbol. Ese papa que no corría, pero que corría con todos los gastos de su querida, se corría juergas de campeonato con los compañeros de trabajo manteniendo a la familia en vilo (claro, el tema del teléfono móvil...) toda la noche hasta el consabido momento inevitable del “donde has estado”, vaya usted a saber.
Que entrañables momentos que la ley que permitirá a los desviados e invertidos poder obtener los mismos derechos legales que el resto de gentes normales eliminará para siempre, acabando con La familia tal y como es hoy conocida.
Y ya se sabe... uno + uno/ una + una son cero... (¿O no? ¡Peor!) y eso no aporta nada a la sociedad. Nos vemos cuando el foro de la familia organice una manifestación en contra de la violencia de género, porque algo habrá hecho, ¿no?
Barcelona, 19 de junio de 2005
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