domingo, 18 de octubre de 2009

Ereselúltimo

El viernes me levanté con la noticía de que una tienda en Barcelona ofrece una variedad de 60 productos de forma gratuita con un abono semestral que cuesta cinco euros. ¡Brutal! Pensé. Fui con el amigo que me había informado, dispuestos a rascar lo que se puediera.
El sitio se llama Esloúltimo, y está situado en la Ronda Universitat, número nueve de Barcelona. Y empezaron los problemas. Mejor dicho, empezó el problema. Considerando que veíamos la entrada a la tienda desde nuestra posición a, seguramente, menos de 100 metros de su ubicación, considero aberrante y absolutamente intolerable tener que haber hecho tres horas de cola. No exagero.

Según la organización todo era perfectamente normal, pero el problema yo puedo explicarlo muy fácilmente (pude darme cuenta cuando ya había hecho las tres horas de cola y ví lo que sucedía en el interior). Querían dar la mejor imagen posible, así que contrataron a verdaderos pibonazos para atender a la clientela. A saber: cinturas de avispa, maquillaje a tituplén, figuras esbeltas, sonrisas de oreja a oreja y algunas dotes mamarias realmente destacables. Eso sí, no se puede tener todo. A cambio, las chicas encargadas de procesar las peticiones de registro eran más estúpidas que vender el coche para pagar el seguro del mismo.
No puede ser que se tarden más de cinco minutos para procesar cuatro datos de mierda, cobrar y soltar una factura. ¡Su puta madre! Me entraron ganas de decirle ¿oiga, quiere que lo haga yo y así acabamos antes?
Apuradas iban para teclear un poco, y así va el mundo. Total, un gran envoltorio, una ejecución pésima y un contenido que paso a describir a continuación. Ni frío ni calor.

Dentro de la tienda, la sensación es de franca pobreza. De vacío diría mejor. El espacio se estructura en dos sectores. El izquierdo presenta las pruebas de tecnología y algunos productos relacionados con el automóvil y algunos desodorantes y demás productos de higiene personal. Personalmente, no entiendo que hacían ahí.
En el sector derecho se encuentran los productos de alimentación (Zumos, bollos, cervezas sin alcohol, congelados varios...) y algunos de cuidado personal y de material para electrodomésticos.

Logramos amortizar los cinco euros con espaguetis a la boloñesa, zumo de naranja, una lata de cerveza sin alcohol con sabor a manzana y luego cada uno algo distinto. En mi caso, una salsa a base de mostaza (bastante notable, por cierto) y un tetrabric de caldo de pollo. Mi madre lo agradecerá, espero.

Conclusión: dentro de dos semanas podré volver a arramblar con más cosas; espero que todo vaya como la seda y, dando por sentado que las colas habrán desaparecido, espero que se mantenga el nivel físico de las dependientas. ¡Qué menos!

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